Verano. Calor. Ventanas abiertas. Ventiladores girando. Aire acondicionado a todo trapo. Y una factura eléctrica que, a veces, da más escalofríos que el propio invierno. ¿Te suena?
Con la llegada del calor, nuestras rutinas cambian, y con ellas, nuestro consumo de energía. Pero lo que no debería cambiar es nuestra capacidad de ahorrar. Porque sí, es posible mantener tu casa fresca sin que tu bolsillo se derrita. Y no, no necesitas renunciar al confort para conseguirlo. Sólo necesitas entender cómo funciona el consumo eléctrico en esta época del año… y qué puedes hacer tú para reducirlo.
¿Por qué sube tanto el consumo eléctrico en verano?
Lo primero es entender el contexto. Durante los meses de más calor, el principal culpable del aumento en la factura suele ser el aire acondicionado, seguido de cerca por los ventiladores, el frigorífico (que trabaja más intensamente para mantener la temperatura), y el mayor uso de electrodomésticos si pasamos más tiempo en casa o tenemos a los niños de vacaciones.
Además, en verano se tiende a dejar más luces encendidas por la noche, se cocina más con electrodomésticos eléctricos (helados caseros, batidoras, microondas, etc.), y se usan más dispositivos electrónicos. Todo suma.
Pero no todo está perdido. Aquí van algunos consejos realistas —y muy efectivos— para que el verano no se te suba a la factura.
Ventila con estrategia
Puede parecer algo básico, pero el primer paso para ahorrar energía es aprovechar bien lo que no cuesta nada: el aire fresco.
Abre ventanas a primera hora de la mañana y por la noche, cuando las temperaturas son más suaves. Crea corrientes cruzadas para renovar el aire y cerrar persianas y cortinas durante las horas más cálidas. Parece una obviedad, pero muchos hogares siguen dejando entrar el sol de mediodía como si fuera enero. Y eso obliga a tu aire acondicionado a trabajar el doble.
Una buena ventilación natural puede bajar la temperatura de casa hasta 3 °C.
Usa el aire acondicionado… con cabeza
No vamos a decirte que no lo uses. En muchas zonas, el aire acondicionado no es un lujo, sino una necesidad. Pero sí podemos darte algunas claves para usarlo mejor:
- No bajes de 25 °C: cada grado menos puede aumentar el consumo hasta un 8 %.
- Apóyate en ventiladores: ayudan a repartir el aire fresco por toda la estancia.
- Mantén limpios los filtros: un equipo sucio gasta más y enfría menos.
- No lo dejes encendido toda la noche: utiliza el modo “sleep” o temporizadores para que se apague solo.
Una casa bien ventilada y con un uso racional del aire acondicionado puede ser tan fresca como una cueva… y mucho más eficiente.
El frigorífico: ese gran olvidado
Tu frigorífico trabaja todo el día, todos los días. Pero en verano, cuando el calor aprieta, lo hace aún más. Algunos consejos para que no se convierta en una fuente de gasto extra:
- No lo abras innecesariamente ni lo dejes abierto demasiado tiempo.
- Descongela antes de meter los alimentos (sobre todo si vienen del congelador).
- No lo pegues a la pared, necesita espacio para disipar el calor.
- Ajusta la temperatura: 4 °C en la nevera y -18 °C en el congelador son suficientes.
Pequeños cambios que no notarás en tu día a día… pero sí en tu factura.
Electrodomésticos y cocina: más frío, menos gasto
En verano solemos cocinar menos platos de horno y más ensaladas. Pero cuando hay que encender electrodomésticos, mejor hacerlo en horas valle, cuando la luz es más barata (si tienes tarifa con discriminación horaria). Algunos trucos extra:
- Descongela a temperatura ambiente en lugar de usar el microondas.
- Usa el lavavajillas en modo eco, y si puedes, cuando haga menos calor.
- Evita cocinar en las horas centrales del día: el calor se acumula y necesitarás más aire acondicionado después.
- Y si puedes, cocina varios platos a la vez para aprovechar el calor residual del horno o vitrocerámica.
Ropa tendida al sol, no a la secadora
Puede parecer anecdótico, pero usar la secadora en verano es como usar paraguas en casa cuando no llueve. Aprovecha el buen tiempo para tender la ropa al sol: no sólo es gratis, también es más respetuoso con el medio ambiente y con tus tejidos.
Además, evita lavar en caliente salvo que sea imprescindible. El 90 % del consumo energético de una lavadora se va en calentar el agua. Lavados en frío = ahorro directo.
Luces LED y menos iluminación artificial
En verano hay más horas de luz natural. Así que aprovecha cada minuto y reduce el uso de iluminación artificial. Si aún no has cambiado tus bombillas a LED, es el momento. Consumen hasta un 80 % menos y duran mucho más.
Coloca las zonas de lectura o trabajo cerca de ventanas y ajusta la intensidad de la luz según la hora del día. Todo suma.
¿Y si das un paso más?
Si además de ahorrar quieres apostar por un modelo energético más limpio, el autoconsumo remoto puede ser una gran opción para ti.
Si no tienes tejado, si vives de alquiler o no quieres obras en casa, puedes tener tus propios paneles solares en una planta compartida y ver reflejado ese ahorro en tu factura eléctrica. Y lo mejor: sin inversión inicial ni complicaciones.
Plataformas como Comunidad Solar te permiten acceder a esta forma de autoconsumo sin moverte de casa.
Conclusión: el verano no tiene por qué subir tu factura
Ahorrar luz en verano no significa vivir a oscuras ni pasar calor. Significa usar la energía con inteligencia, aprovechar lo que ya tienes, cambiar hábitos muy sencillos… y, si puedes, apostar por soluciones que te den más autonomía.
En Ahorra Luz creemos que el verdadero ahorro es el que puedes mantener sin esfuerzo. Y para eso, el conocimiento es tu mejor aliado.
Porque el calor aprieta, sí. Pero tu factura no tiene por qué hacerlo también.