Cómo ahorrar luz cocinando sin cambiar tus recetas

En la cocina de casa pasan muchas cosas: se cuecen las ideas, se preparan planes, se comparte el día. Pero también, sin que apenas lo notes, se escapa la electricidad. La cocina es uno de los espacios donde más energía se consume a diario, aunque a menudo no seas consciente de ello.

No es porque cocines mucho. Ni porque tus recetas sean muy elaboradas. Es porque los electrodomésticos que usamos en la cocina —vitrocerámica, horno, microondas, campana extractora— son de los más intensivos en consumo de todo el hogar. Y la mayoría de las veces, podrías estar gastando menos con sólo cambiar un pequeño gesto.

La buena noticia es que no necesitas reformar tu cocina, ni cambiar tus costumbres culinarias. Sólo observar cómo cocinas… y aplicar algunos trucos sencillos que pueden reducir significativamente tu consumo eléctrico. Vamos paso a paso.

Calor sí, pero con cabeza

Empecemos por lo básico: calentar. Hervir agua, cocer pasta, hacer un guiso. Son acciones cotidianas, pero muchas veces lo hacemos de forma automática y poco eficiente.

¿Sabías que tapar la olla puede reducir el gasto energético hasta un 25 %? Parece un detalle menor, pero evita que el calor se disipe y acelera la ebullición. Es decir, menos tiempo al fuego, menos electricidad consumida, mismo resultado.

Otro truco fácil: apagar la vitrocerámica o la placa de inducción uno o dos minutos antes de que termine la cocción. El calor residual es más potente de lo que creemos y permite terminar la cocción sin seguir tirando de energía.

También es importante ajustar el tamaño del recipiente al del fuego. Si usas un cazo pequeño en un fogón grande, parte del calor se pierde por los lados. Y ese calor perdido es electricidad desperdiciada.

El horno: amigo sí, pero con estrategia

Pocas cosas nos hacen sentir más en casa que el olor a comida saliendo del horno. Pero este electrodoméstico, aunque maravilloso, es también uno de los más demandantes en términos de consumo.

Cada vez que abres la puerta del horno mientras cocinas, pierdes hasta un 20 % del calor acumulado. Lo que obliga al aparato a trabajar más para recuperar la temperatura. Y todo por echar un vistazo.

Además, no siempre es necesario precalentar el horno. Lo hacemos casi por costumbre, pero hay recetas que no lo necesitan (como muchas verduras asadas o platos que van a cocinarse durante mucho tiempo).

Un consejo práctico: aprovecha el calor residual igual que con la vitro. Apaga el horno unos minutos antes de que termine el tiempo de cocción. También puedes cocinar varios platos seguidos, uno detrás de otro, para no desaprovechar el calor acumulado en el interior.

Y si puedes elegir, usa recipientes de vidrio o cerámica en lugar de metal. Conservan mejor el calor, y eso permite cocinar con menos consumo.

Microondas: pequeño, pero matón

El microondas es uno de los electrodomésticos más eficientes que tenemos en casa. Consume poco en comparación con el horno y puede ser un buen aliado para recalentar, cocer o incluso cocinar desde cero si sabes cómo aprovecharlo.

Eso sí: evita el microondas como reloj. Dejarlo enchufado sólo para que marque la hora tiene un coste energético innecesario. Si no lo usas a diario, desenchúfalo o conecta su enchufe a una regleta con interruptor.

Cocinar con más intención (no significa complicarte la vida)

En Ahorra Luz creemos que ahorrar en la cocina no significa cocinar menos, ni renunciar a tus recetas favoritas. Significa hacerlo con más consciencia.

Cuando empiezas a observar cómo usas los electrodomésticos, te das cuenta de que hay pequeños ajustes que no te suponen esfuerzo… pero sí un buen ahorro al final del mes.

Por ejemplo:

  • Planifica lo que vas a cocinar para no tener que abrir y cerrar el frigorífico o el horno constantemente.
  • Descongela con tiempo y sin microondas. Basta con dejar la comida en la nevera la noche anterior. Ganas seguridad alimentaria… y ahorras energía.
  • Cocina en bloque. Aprovecha una tarde libre para preparar varios platos y guardarlos. El consumo de energía se reparte mejor, y reduces el uso de electrodomésticos entre semana.
  • Hazte fan del fuego medio. A veces usamos el máximo calor cuando no es necesario. Cocinar con una potencia moderada es más eficiente y da mejores resultados.

¿Y si quiero dar un paso más?

Si ya aplicas muchos de estos trucos, quizás te plantees ir más allá en la eficiencia energética. Algunas ideas para seguir ganando:

  • Revisa la etiqueta energética de tus electrodomésticos. Si alguno está viejo o consume mucho, puede merecer la pena renovarlo por uno más eficiente.
  • Elige tarifas con discriminación horaria. Así puedes cocinar en las horas más baratas (valle), especialmente si programas los aparatos.
  • Considera el autoconsumo remoto. Si no puedes instalar placas solares en tu vivienda, esta opción te permite ahorrar consumiendo energía renovable desde una planta solar compartida. Puedes saber más en la web de Comunidad Solar.

Cocinas igual, pero mejor

No se trata de hacer platos más simples. Se trata de hacer lo mismo de siempre, pero mejor.

Usar el calor con inteligencia. Aprovechar cada minuto del horno. Tapar las ollas. No abrir la puerta del horno a cada rato. Encender solo lo necesario. Ser consciente del gasto, sin renunciar al sabor.

Porque, al final, cocinar también puede ser un acto de eficiencia, sostenibilidad y ahorro. Y todo empieza con una pregunta:
¿Cuánta energía se me va hoy… sin que yo lo sepa?